Shelaj Leja -Lentes rotos
- Jack Levy
- 14 jun
- 9 Min. de lectura
Por Jack Levy

¿Por qué siempre que estamos por cruzar… retrocedemos? ¿Por qué cuando se abre una puerta, sentimos que no es para nosotros? ¿Por qué llamamos “intuición” a lo que claramente es trauma con disfraz?
Nos decimos “realistas”…pero solo estamos defendiendo nuestras heridas con argumentos elegantes. Nos decimos “espirituales”…pero muchas veces solo estamos anestesiando el dolor que aún no nos atrevemos a mirar.
Como escribió Michael Brown:
“Mientras sigamos identificándonos con la experiencia, en vez de con la presencia que somos, vamos a creer que eso que sentimos es lo que somos.”
Y si lo que sentimos es miedo, es caos, es carencia…entonces eso es lo que proyectamos.Eso es lo que vemos.Eso es lo que creemos que es real.
Así fue con los espías. No vieron la tierra como era. La vieron desde lo que ellos aún no habían procesado.
Y lo más brutal es esto:No mintieron.Simplemente confundieron lo que sentían… con lo que era.
Y si somos sinceros, ¿cuántas veces hacemos lo mismo?
EL VIAJE QUE NO FUE… Y LO QUE SÍ FUE
Fui a Israel con el corazón abierto.Con el alma llena de intención.Iba con mi esposa, con mis hijos, con mis sueños.Tenía una misión clara: celebrar el jaleke (corte de cabello) de mi hijo…y, si todo salía bien, comenzar el trámite de Aliá. Ya estaba decidido: esta vez me quedaba. Esta vez cruzaba.Solo era cuestión de papeles.
Pero, claro… yo no llegaba solo. Llegaba con expectativas.
Quería que mi esposa viera lo que yo vi en mi viaje anterior. Quería que sintiera esa PRESENCIA divina que me atravesó un año atrás, cuando fui con amigos y conecté hasta las esferas más altas entre lágrimas y gratitud. Quería revivir esa conexión. Replicar la experiencia. Pero esta vez… lo único que no tenía era PRESENCIA.
Una escena lo resume todo: Llegamos al Kotel. Y o quería llorar. Yo quería sentir la Shejiná como aquella vez. Pero esta vez no bajé solo las escaleras…bajé con cuatro hijos gritando por una paleta, otro con ganas de ir al baño, mochilas, pañales, caos.Y dentro de mí, una bomba activada por una frase silenciosa: “No puedo conectar así.”

Y me enojé.Conmigo.Con la Divinidad.Con mi esposa.Con mis hijos.Con la vida entera.
Todo colapsó…por una maldita expectativa.
Y ahí entendí lo que duele admitir: No buscaba a Dios. Buscaba repetir una experiencia espiritual. Quería control sobre la luz. Quería que todo fuera como “la última vez”.
Pero la tierra no me ofreció esa ilusión. Me ofreció un espejo.Y me lo puso en la cara.
¿Quieres venir a habitar esta tierra? Primero aprende a habitar el momento que no esperabas.
La Aliá que necesitaba no era geográfica. Era interna.
El Arizal lo enseña con claridad cortante:Eretz Israel representa Maljut en Tikún. Es una tierra que no recibe cualquier luz.Solo recibe la luz que ya tiene vasija. La intención sin estructura es Tohu — caos espiritual.
Y yo llegué con mucha luz… pero poca integración.Llegué con deseo… pero sin digestión emocional.Con fe… pero con las emociones desbordadas.Y Eretz Israel —como toda madre sabia— no me dio lo que pedí. Me dio lo que necesitaba: una sacudida.
Como los espías.

Ellos también llegaron con visión, con propósito, con discurso. Pero no con estructura. Vieron una tierra rica, fértil, abundante…pero la interpretaron desde su miedo.
No vieron la tierra como era. La vieron desde lo que ellos aún no habían procesado.
Yo hice lo mismo.
Y sin embargo, en medio de todo… también hubo luz. La celebración de mi hijo. Las miradas de mis hijas. Las personas que sí estuvieron. La fe que no se quebró.Y sobre todo, mi voluntad de volver. No para conquistar una tierra…sino para reencontrarme conmigo, desde otro lugar.
Porque si algo me queda claro es esto:
La tierra prometida no se pisa. Se merece.Y para merecerla, primero hay que mirarse sin filtros.Habitar el cuerpo. Sentir el corazón.Y alinear la cabeza con lo que el alma ya sabe… pero aún no puede sostener.
LOS LENTES ROTOS: EL VERDADERO PECADO DE LOS ESPÍAS

Lo que los espías hicieron no fue traición. No fue rebeldía. No fue herejía.Fue algo más sutil. Más humano. Más cercano a lo que todos hacemos.
Confundieron lo que veían… con lo que sentían.
Y eso lo cambia todo.
Porque la tierra no era una amenaza.Era una promesa.
Una tierra fértil. Llena de frutos. Rebosante de oportunidades.Pero ellos, en vez de ver posibilidad, vieron peligro.En vez de ver bendición, vieron amenaza.Y no porque la tierra estuviera mal…sino porque ellos no estaban bien por dentro.
La Torá dice:
“Vimos allí gigantes… y nos veíamos a nosotros mismos como langostas, y así les parecíamos a ellos.” (Bamidbar 13:33)
Pausa.Leíste bien.
Primero se vieron como langostas ellos mismos.Después asumieron que así los veían los demás.
Ese es el pecado. No fue hablar mal de la tierra.Fue hablar mal de sí mismos y creer que eso era la verdad.
Ellos no mintieron.Solo miraron desde una identidad rota.Y proyectaron su fractura sobre la realidad.
Eso es lo que hacemos cuando aún no hemos digerido nuestro miedo:Vemos relaciones como trampas.Vemos trabajo como esclavitud.Vemos espiritualidad como obligación.Vemos todo como “otro Egipto”… porque seguimos siendo esclavos de lo que no hemos enfrentado.
Y entonces le ponemos nombre espiritual al miedo.Le llamamos “prudencia”.Le llamamos “realismo”.Le llamamos “esperar los tiempos de Dios”.
Pero es mentira. No son tiempos. Es terror. No es paciencia. Es parálisis. No es humildad. Es herida.
Y esa fue la tragedia de los espías:no pudieron ver con los ojos de la presencia…porque seguían identificados con su experiencia pasada.
Justo como dijo Michael Brown:
“Mientras sigamos identificándonos con la experiencia en vez de con la presencia que somos, vamos a creer que eso que sentimos es lo que somos.”
Ellos sintieron miedo… y lo confundieron con la verdad.Y eso selló su destino.Porque el problema no fue lo que dijeron.Fue desde dónde lo dijeron.
Y si no cambiamos desde dónde vemos, todo lo que veamos seguirá deformado.
EL MIEDO A DEJAR DE SER QUIEN FUI: PODER, CONTROL Y APEGO ESPIRITUAL
Algunos comentaristas —el Or HaJaim, el Sforno, y más recientemente pensadores como el Rav Eliahu Dessler— van más allá del miedo a los gigantes. Ellos apuntan al verdadero temor que se escondía tras las palabras de los espías:
Tenían miedo de cambiar.

En el desierto, los espías eran líderes.Referentes. Voces respetadas.Pero al entrar a la tierra… todo iba a cambiar.
Ya no habría milagros diarios. Ni roles asignados. La fe dejaría de ser carismática… y se volvería cotidiana. La autoridad, compartida. La luz, encarnada.
Y eso, para un ego espiritual, es aterrador.
Porque el verdadero miedo no era a los gigantes.Era a perder el lugar.A dejar de ser indispensables.A tener que empezar de nuevo… sin micrófono.
Estaban apegados a su rol.A la historia donde ellos brillaban.Y nosotros también.
Nos aferramos a versiones viejas de nosotros mismos…porque ahí sabemos quién somos.Aunque ya no nos quede.Aunque ya no nos sirva.
Y entonces el miedo se disfraza: “Estoy esperando una señal.”“No es el momento.”“Quizás no es para mí.”
Pero no es prudencia. Es apego.
Porque entrar a la tierra no es solo cruzar una frontera. Es soltar una identidad. Es pasar de líder a sembrador. De admirado… a anónimo.
Y no todos estamos dispuestos.
Por eso, a veces, preferimos quedarnos en el desierto.Aunque sepamos que ahí… nunca vamos a florecer.
RASHI Y LAS MURALLAS: PRUEBA ESQUIVADA NO ES PRUEBA SUPERADA

Cuando los espías regresan dicen:“Las ciudades están amuralladas hasta el cielo. Son fuertes.” (Bamidbar 13:28)
Pero Rashi revienta la lógica:
“Justamente porque tienen murallas… es señal de debilidad.”
“El que se encierra, teme.”
Lo que parecía fortaleza… era miedo disfrazado. No estaban describiendo al enemigo. Estaban proyectando su inseguridad.
Y así hacemos todos. No digerimos el miedo, lo racionalizamos.Le ponemos muros… y lo llamamos “sabiduría”.
¿Pones límites? Está bien.Pero no confundas contención con transformación. No gritar no es paz. No caer no es sanación. Es solo una muralla.
Nos volvemos expertos en evitar,p ero no en transformar. Es miedo con ropaje sagrado.
La pregunta no es si ya no caes. La pregunta es: ¿ya lo superaste… o solo sabes esquivar?
Nos volvemos expertos en evitar, pero no en transformar. Sabemos cómo contenernos, pero no cómo liberarnos. Y eso no es Tikún.
La pregunta es: ¿Eres fuerte porque ya sanaste?¿O porque sabes cómo evitar la tentación?
¿Tu silencio es paz?¿O es contención a punto de explotar?
¿Tu muro es estructura?¿O es el disfraz elegante de una herida no enfrentada?
DE TOHU A TIKÚN: ALINEAR CUERPO Y ALMA PARA VER CON VERDAD

Hay escenas que no se olvidan. No por lo que pasó… sino por lo que te revelaron.
Recuerdo una de esas:Un momento en el que todo afuera parecía normal…pero por dentro, yo estaba partido en tres: la cabeza en modo control, el corazón cargado, el cuerpo al límite. Y ahí entendí: no estaba viendo la realidad. Estaba viendo mi desorden.
Porque no vemos con los ojos.Vemos desde el sistema.Desde el estado de nuestra mente,de nuestras emociones,y de lo que el cuerpo todavía no ha podido digerir.
Biodescodificación lo llama percepción vertical:la mente manda,el corazón obedece,el estómago traga.Una jerarquía disfrazada de orden… que al final es solo esclavitud emocional.
Pero cuando los tres centros se alinean —sin jerarquías, sin represión—nace otra forma de mirar:una percepción horizontal, integrada, presente.Donde no reaccionas desde el miedo…sino que actúas desde la unidad.
La Cábala

Moaj.
Lev.
Kaved.
Mente-Corazón-Hígado. Tres centros.Tres dimensiones de conciencia.Y sus iniciales forman la palabra:
מ
ל
ך
MELEJ -Rey.
Solo cuando los tres se alinean…lo divino puede reinar dentro de ti.
Porque Dios no habita en la desconexión. No entra en un templo interior dividido. No reina donde la mente va por un lado,el corazón por otro,y el cuerpo grita desde el fondo sin que nadie lo escuche.
Por eso, cuando vivimos en Tohu —caos energético, luz sin forma, intención sin estructura—vemos distorsionado. Confundimos miedo con intuición.Ansiedad con señales divinas.Impulso con profecía.
La visión desde el caos nunca es clara.
Pero Tikún…Tikún es digestión. Es cuando el cuerpo ya no necesita defenderse del alma,y el alma ya no huye del cuerpo.
Es cuando puedes mirar a tu miedo y decirle:“Ya no te necesito para protegerme.Ya aprendí a sostenerme.”
Y entonces cambia todo.Porque dejas de ver desde la herida…y empiezas a ver desde la verdad.
Y la tierra prometida,por fin, deja de parecer una amenaza…y se vuelve lo que siempre fue:un espejo.Que solo te muestra lo que ya estás listo para habitar.
NO ES UNA CONQUISTA. ES UNA HERENCIA.
La Tierra no se conquista. Se recuerda. Se hereda.Está en tu ADN espiritual. Es tuya desde antes que nacieras.
El problema no es si Dios quiere dártela.El problema es si tú estás listo para sostenerla.
Porque la única conquista que importa…es la conquista de uno mismo.
Dejar de ser esclavo del miedo.Dejar de reaccionar desde lo que viviste.Dejar de proyectar tu caos en lo que llamas “realidad”.
Y empezar a mirar desde la presencia. Desde la humildad. Desde la confianza de que todo lo que parece obstáculo…es, en realidad, una pregunta disfrazada:
“¿Ya estás listo para habitarte?”

Dios no retiró Su promesa. La tierra sigue ahí.Esperando.Latente.Llena de leche, miel… y verdad.
Pero ya no se entra con ejército. Se entra con vasija. Se entra cuando mente, corazón y cuerpo dejan de pelearse…y permiten que lo divino reine dentro de ti.
Moaj – Lev – Kaved → MELEJ.Solo cuando alineas tus tres centros…el Rey puede habitarte.
Y entonces, cruzas. No por conquista.Sino por recuerdo.Por retorno.Por Tikún.
No se trata de conquistar una tierra. Se trata de dejar de huir de ti.
Porque la tierra ya es tuya. No hay que pelearla.Solo dejar de sabotearte.
La única guerra es interna. La única victoria… es volver a habitarte.
Y cuando lo haces, cuando integras mente, corazón y cuerpo, cuando dejas de vivir desde la herida y empiezas a vivir desde la presencia…
Entonces cruzas. Sin permiso. Sin culpa. Sin armadura. Solo con verdad.
No porque llegaste. Sino porque por fin volviste.
BIBLIOGRAFÍA Y REFERENCIAS
Bamidbar / Números 13–14 — Relato completo del envío de los espías, su informe y la reacción del pueblo.
Rashi (Rabí Shlomó Itzjaki), comentario sobre Bamidbar 13:28 y 13:33→ Explica que la existencia de murallas es señal de debilidad, no de fortaleza.→ Aclara que los espías se veían a sí mismos como langostas y asumieron que así los veían otros.
Or HaJaim → Explica que algunos espías temían perder su posición de liderazgo y poder al entrar en la tierra.
Sforno (Rabí Ovadia Sforno)→ Plantea que los espías tenían una visión distorsionada, incapaz de interpretar correctamente la realidad.
Rav Eliahu Dessler, Michtav MeEliyahu→ Discute el concepto de bejira (libre albedrío) como campo de tensión entre percepción y deseo.
Rabbi Jonathan Sacks, Covenant & Conversation: Numbers→ Propone que el pecado de los espías fue una falla de percepción espiritual, no de lógica militar.
Arizal (Rabí Isaac Luria), Etz Chaim→ Enseña que Eretz Israel representa Maljut en Tikún, y que no se puede recibir luz sin vasija.
Michael Brown, The Presence Process (2005)→ Cita clave: “As long as we mistakenly identify with our experience instead of the presence we are, we believe it's what we are.”→ Sostiene que la sanación no ocurre cambiando la experiencia, sino transformando nuestra relación con ella.
Rabbi Abraham J. Heschel, God in Search of Man→ La idea de que no buscamos a Dios, sino que Dios nos busca… pero nosotros huimos. Inspiración de fondo sobre la idea de “volver”.
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