Naso -¿Bendición o Maldición?
- Jack Levy
- 5 jun
- 7 Min. de lectura
Por Jack Levy
¿Y si bendecir mal… también es maldecir?
¿De qué sirve poner las manos sobre la cabeza de un hijo cada Shabat…si en el fondo solo estás proyectando tus miedos?

¿De qué sirve decirle “que Dios te cuide”,si no confías en que la vida también lo va a romper —y que eso está bien?
Muchos padres rezan para que sus hijos sean felices.Pero, en el fondo, lo que quieren es que no sufran.Y ese deseo, por más amoroso que parezca… muchas veces asfixia.
Confundimos educar con programar.Amar con prevenir.Guiar con controlar.Y bendecir… con poseer.
Pero hay una diferencia entre criar a un hijo…y clonarte en él.
Hay una forma de “formar” al otro… que en realidad lo deforma.Y lo que empieza como ternura, termina como trauma heredado.
¿Sabes mirar a alguien que amas…sin intentar corregirlo?
¿Sabes soltar… sin desaparecer?
¿Sabes bendecir…sin convertirte en el centro de su historia?
¿Tienes la fe radical de creer que el mismo que te dio a tu hijo…también está involucrado en su educación y sabe mejor que tú lo que necesita?
Entonces dime…¿qué carajos estamos haciendo? ¿Bendiciendo… o programando?
Perashat Nasó: La bendición más malinterpretada del mundo.
Perashat Nasó es la más larga de toda la Torá.Pero entre tanta repetición, votos nazireos y rituales enigmáticos…esconde uno de los actos más tiernos —y más malentendidos— de toda la tradición:la Birkat Cohanim. La bendición sacerdotal.

Sí. Esa que muchos padres repiten cada viernes por la noche:“Que Dios te bendiga y te guarde.Que ilumine su rostro hacia ti…Que te conceda Shalom.”
Tres frases.Tres dimensiones.Una fórmula que no es magia…sino mapa.
Porque no se trata de pedirle a Dios que haga su parte, sino de recordar cuál es la nuestra.
Y eso es lo que esta Perashá revela, entre líneas: Que bendecir a un hijo no es un acto automático. Es un arte. Y como todo arte, requiere consciencia, intención y humildad.
Por eso esta misma Perashá nos habla también de otros tres personajes clave:la Sotá, el Nazir… y el Cohén. Tres formas de relación con lo sagrado.Tres respuestas ante el quiebre de un vínculo.Tres espejos de lo que hacemos —o dejamos de hacer— cuando amamos mal.
¿Quieres realmente bendecir a tu hijo? Entonces entiende primero qué significa ser canal… y no dueño.
Porque esta no es una historia sobre rituales antiguos. Es una historia sobre cómo nos paramos frente a los que amamos. Y sobre si aprendimos —o no—a soltar sin abandonar, a guiar sin invadir, a amar sin poseer.
¿ES ESTO REALMENTE UNA BENDICIÓN?

Imagina que cada viernes por la noche repites las mismas palabras:"Que Dios te bendiga y te guarde… que ilumine Su rostro hacia ti… que te dé paz."
Lo haces con amor, con intención.Pero… ¿alguna vez te has preguntado qué estás diciendo en realidad?
¿Y si esas palabras no son un deseo, sino una responsabilidad?
Primera línea:
Yevarejeja HASHEM veYishmereja"Que Dios te bendiga y te proteja."
Parece simple. Pero detente un segundo.
¿Por qué una bendición necesita protección?

La bendición, si no es cuidada… ¿puede convertirse en maldición?
¿Será que a veces, al dar demasiado, sin consciencia, sin límite… terminamos dañando?
Un padre que lo da todo sin enseñar esfuerzo. Una madre que “protege” tanto que su hijo no aprende a caerse. Un maestro que quiere “evitarle sufrimientos” a su alumno, pero termina robándole la posibilidad de crecer.
La Torá no dice “bendícelo”. Dice: Que Dios te bendiga… y que lo cuides. Tal vez porque cuando tú bendices sin cuidado,lo que estás dando no es amor: es ansiedad envuelta para regalo.
Segunda línea:
Ya’er HASHEM panav eleja Vijuneka"Que Dios ilumine Su rostro hacia ti y te de gracia."
Otra vez: suena poético. Pero pregúntate: ¿Cuándo la cara de alguien se ilumina?
Cuando te ve. No solo con los ojos. Con el alma.

¿Sabes cómo se siente cuando alguien te mira de verdad?
No con juicio. No con expectativas. No con "esto deberías ser".
Sino con presencia.Con aceptación.
Hay niños que nunca recibieron esa mirada.Crecieron con padres que los vieron… como proyecciones de sus sueños rotos.“Yo no fui músico, pero tú sí lo serás.”“Yo sufrí mucho, tú no vas a sufrir.”
Eso no es ver. Eso es manipular desde el miedo.
La verdadera educación, dice esta línea, empieza por mirar. No imponer. No corregir. No intervenir. Solo mirar con luz. Con panim. Con alma.
Tercera línea:
Yisá HASHEM panav eleja veYasém lejá Shalom"Que Dios eleve Su rostro hacia ti y te dé Shalom."
Esta es la más extraña.
¿Por qué “elevar el rostro”? ¿Dios se inclina hacia ti?

Rashi explica que es un gesto de gracia, de intimidad.
Pero hay algo más:Dios se eleva hacia ti, no sobre ti.
No te aplasta. No te impone Su grandeza.
Te mira… a los ojos.
Como diciendo: “Tú también eres imagen mía.”
Y entonces, llega la palabra final: Shalom.
Paz. Pero no como ausencia de guerra. Paz como equilibrio. Como vínculo sano. Como un amor que no necesita control para sentirse seguro.
Entonces…¿Aún crees que Birkat Cohanim es solo una bendición bonita?
Tal vez es un mensaje encriptado.Un curso completo de educación emocional comprimido en tres líneas.
Una advertencia:
“No confundas tu rol con el de Dios.”
No cures lo que no está roto. No salves lo que necesita romperse para crecer. No llames “amor” a lo

que es dependencia.
Porque cuando un padre bendice con ego… forma un hijo obediente.Pero no un alma libre.
¿Y si bendecir… es el arte de soltar, mirando con amor, confiando sin controlar?
¿Y si ese es el único camino real hacia el Shalom?
Y justo ahí —como si la Torá nos respondiera con una parábola encubierta— aparecen tres personajes en la Perashá: el Nazir, la Sotá, y el Cohen.
Tres espejos.Tres maneras de enfrentar el deseo, el vínculo y la guía.
1. El Nazir: cuando no sabes cuidar… y prefieres huir
“Yevarejeja Hashem veYishmereja” — que te bendiga y te cuide.

El Nazir, el asceta que se aparta del vino, del corte de pelo, del contacto con la muerte, representa al que no supo recibir la bendición de la contención (shmirá).Así que se inventa una burbuja.
No es que no tenga deseo. Es que le teme tanto… que lo cancela.
Pero un deseo negado no es deseo superado. Solo está en pausa, acumulando presión.
El Nazir es el reflejo del padre que, por miedo a que su hijo se equivoque, le quita toda opción.Cree que “cuidar” es encerrar.
No bendice con libertad, sino con restricción.Y aunque parece virtuoso… está educando desde el miedo.
2. La Sotá: cuando el rostro deja de iluminar

“Ya’er Hashem panav eleja vijuneka” — que ilumine Su rostro hacia ti y te de gracia.
La Sotá no es solo una mujer sospechada de adulterio. Es símbolo de una relación donde ya no hay rostro, ni luz, ni mirada presente.
Ya no se ven. Ya no se confían. Ya no se reconocen.
Cuando dejamos de ver al otro con luz, aparece la sombra de la sospecha.
La Sotá es el reflejo del vínculo apagado. No porque hubo traición…sino porque antes hubo indiferencia.
Es lo que pasa cuando padres, parejas o maestros dicen:
“Te amo… pero no te veo.”“Te cuido… pero no te escucho.”“Te formo… pero desde mi forma.”
Y eso, aunque no se note, termina rompiendo más que un grito.
3. El cohen: cuando la bendición es presencia sin control
“Yisá Hashem panav eleja veYasem lejá Shalom” —que eleve Su rostro hacia ti y te dé paz.

El Cohen es lo opuesto al Nazir y a la Sotá. No huye del deseo: lo canaliza. No apaga el vínculo: lo bendice. No guía desde el miedo: sostiene con humildad.
El cohen no impone. No programa. No proyecta.
Bendice. Y al bendecir, eleva. Levanta el rostro del otro…para que se mire sin vergüenza.
Es el modelo de educación que no forma clones, sino que crea espacio para que el otro sea.
Y ese espacio… es lo que la Torá llama Shalom.
Entonces pregúntate:
¿A quién te pareces más hoy?
¿Al Nazir, que evita el deseo por no saber cuidarlo?
¿A la Sotá, que se ahogó en un vínculo sin rostro?
¿O al Cohen, que bendice sin poseer?
Porque al final, cada uno de estos personajes no son solo leyes antiguas. Son partes de ti. Vidas interiores.
Y cada vez que eliges cómo mirar al otro —o cómo hablarle, o cómo educarlo —estás eligiendo también qué tipo de bendición eres.
¿Una que controla? ¿Una que desconfía? ¿O una que sostiene desde el Shalom?
BENDICIÓN O MALDICIÓN: TÚ DECIDES QUÉ HEREDAS
No hay bendiciones neutras.
Cada vez que hablas, estás sembrando algo. Cada vez que educas, estás tallando una forma en otra alma.Y cada vez que miras… estás moldeando cómo el otro se va a mirar a sí mismo.
Tú eliges si tu amor cura…o si en nombre del “cariño” perpetúas la misma jaula emocional que a ti te enseñaron.
Porque el infierno no empieza con gritos. Empieza con intenciones bonitas que no se cuestionan.

“Solo quiero lo mejor para ti…”¿Y si lo mejor para el otro no es lo que tú crees?
“Te formé con amor…”¿Pero te atreviste a soltarlo cuando necesitaba elegir distinto?
“Lo hice por tu bien…”¿O por no tolerar el miedo de verte sufrir?
Eso que llamas educación…¿es guía o programación?
Eso que llamas protección…¿es cuidado o control?
Eso que llamas bendición…¿es entrega o ego?
El Cohen no pone condiciones. No dice: “Que Dios te bendiga… si haces lo que yo espero”.Levanta las manos.Y suelta. Confía. Y bendice.
Sin poseer. Sin temer. Sin necesitar que el otro le confirme su valor.
¿Puedes mirar a tu hijo… a tu pareja… a ti mismo…sin intentar corregir todo?
¿Puedes aceptar que el dolor también educa?
¿Que a veces tu trabajo no es proteger…sino sostener mientras el otro se rompe y se reconstruye?
¿Puedes amar sin ser el héroe?
Porque eso es bendecir:
Soltar la necesidad de controlar el camino del otro…y ofrecerle un espacio donde pueda encontrarse con Dios, no contigo.
Si no puedes hacer eso, no estás bendiciendo. Estás repitiendo una maldición heredada —pero con voz dulce.
Y eso… no es amor. Es miedo maquillado.
Así que la próxima vez que pongas las manos sobre la cabeza de tu hijo,de tu pareja,o incluso de tu propia alma frente al espejo…
pregúntate:
¿Estoy bendiciendo para que sea libre…o para que se parezca a mí?
Porque al final, Dios no necesita que formes ángeles. Solo te pide una cosa:
Que no interrumpas el milagro de que el otro se convierta en sí mismo.
BIBLIOGRAFÍA y referencias
Bamidbar 6:22–27 – Texto original de Birkat Kohanim.
Rashi sobre Bamidbar 6:24–26 – Explicaciones sobre las bendiciones individuales y su progresión.
Ramban (Najmánides), ibíd. – Conexión entre la bendición y la Shejiná.
Sifrei Bamidbar 39 – Midrash halájico sobre la secuencia y propósito de la bendición sacerdotal.
Zohar, Naso 146b–147a – Comenta el poder espiritual de la Birkat Kohanim como canal de luz divina.
Talmud, Sotá 47a – Discute los efectos espirituales de una mirada (panim el panim), que se conecta con ya’er panav eleja.
Sefer HaChinuj, mitzvá 378 – Discute el deber del sacerdote de bendecir y su impacto moral.
David Fohrman – AlephBeta.org, episodio “What is the Priestly Blessing Really Saying?”Análisis literario sobre la progresión 3–5–7 de Birkat Kohanim como ascenso relacional y pedagógico.
Commentaires