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Shofetim -No Juegues a Ser Dios

Por Jack Levy

Hay mamás que dicen: “Mi hijo es mi vida”.Y lo es tanto… que nunca lo dejan vivir la suya.Lo sobreprotegen, lo excusan, lo endiosan.Y luego se sorprenden cuando a los 30 no sabe ni cocinar un huevo.

Y hay papás que dicen: “A mí me criaron con mano dura y no me pasó nada”.Y tienen razón. No les pasó “nada”…excepto que hoy no saben llorar, no saben amar sin miedo, no saben abrazar sin pensar que pierden autoridad.

Ambos creen que lo hacen bien.Ambos dicen que es “por amor”.Pero lo cierto es que el amor sin juicio pudre.Y el juicio sin amor destruye.

Mira tu vida:—¿Cuántas veces fuiste blando para no sentir culpa?—¿Cuántas veces fuiste duro para no sentir miedo?

Ahí empieza la corrupción.En tus hijos, en tus parejas, en tu conciencia.Porque cada vez que eliges solo amor o solo juicio… te conviertes en un juez vendido.

Y un juez vendido no solo arruina un país.Arruina un alma.


Shoftim (Devarim 16:18 – 21:9) es, literalmente, la “constitución” espiritual de Israel.Moshé les dice: “Si quieren que este pueblo sobreviva, no basta con fe, necesitan orden, límites y justicia.”

  • Jueces y oficiales deben ponerse en cada ciudad para que la ley no sea teoría, sino práctica.

  • Se establece el principio central: “Tzedek, tzedek tirdof — Justicia, justicia perseguirás.”

  • Se prohíben prácticas idolátricas como plantar un árbol sagrado o erigir un pilar junto al altar de Dios.

  • Se regulan las funciones del rey: no debe acumular caballos, mujeres ni riquezas, y debe escribir su propio Sefer Torá para no olvidar que está al servicio del pueblo y no por encima de él.

  • Se habla del rol de los sacerdotes y levitas, y de los profetas como canales de la palabra divina.

  • Se instruye qué hacer en juicios difíciles: llevarlos al tribunal supremo en Jerusalén.

  • Aparecen las ciudades de refugio, donde alguien que mató accidentalmente puede huir y salvar su vida.

  • Se establecen leyes de guerra justa: no todo vale en combate, incluso en la violencia hay límites.

  • Finalmente, se explica el ritual de expiación cuando se encuentra un cadáver y no se sabe quién fue el asesino — el pueblo entero asume responsabilidad.


En apariencia, Shoftim es un tratado político.Pero si lo lees bien, es un espejo.Porque todo lo que le pide a Israel afuera —jueces, reyes, profetas, refugios— también lo necesitas tú adentro.

  • El juez es tu conciencia.

  • El rey es tu ego gobernando.

  • El profeta es tu intuición.

  • La ciudad de refugio es ese espacio donde te escondes para no matar lo que amas en un arranque de ira.

Y entonces el mandamiento ya no suena tan lejano:“Justicia, justicia perseguirás”.No es un llamado a fundar cortes…es un llamado a perseguir tu propia integridad.


Pasión que crea, adicción que consume

Shoftim te dice: pon jueces en tus puertas.Porque si no lo haces, ¿qué pasa?Que el primero que llega se mete: la adicción, el vacío, el ego que grita más fuerte que tu alma.

Mira a tu alrededor.¿De verdad crees que la gente se droga porque le encanta?¿O que el alcohólico bebe porque la fiesta está buena?No.Lo hacen porque no aguantan el ruido interno.Porque cuando el juez de adentro se vendió, el rey se volvió tirano y el profeta se calló, alguien tenía que llenar ese silencio.Y el alcohol, el sexo, el scroll infinito en TikTok… son la forma más barata de hacerlo.

La adicción no busca placer.Busca olvido.Busca apagar la voz del juez que ya no dictamina justicia, sino condena.

La pasión, en cambio, es otra cosa. La pasión crea. Es el fuego que te empuja a escribir un libro, a armar una empresa, a educar a tus hijos con coherencia. La pasión no anestesia, te prende. La adicción no prende, te quema.

¿Notas la diferencia?Pasión = integridad alineada.Adicción = justicia interior vendida al mejor postor.

Shoftim ya lo sabía. Por eso repite “justicia, justicia perseguirás”.Porque hay un “falso juez” que te va a vender la versión barata de la vida: “tómate esto, cómete aquello, cógete a cualquiera”.Y hay un “juez íntegro” que te dirá: “aguanta el vacío, sostén la tensión, no te anestesies, atraviesa el fuego.”

¿Quieres saber si estás en pasión o en adicción?Hazte esta pregunta incómoda:¿Lo que hago me construye… o solo me distrae de mí mismo?


El engaño de jugar a ser Dios

Cuando tu juez interno se corrompe y tu profeta se calla, aparece el peor virus: el ego disfrazado de divinidad.Ese que dice: “Yo soy Dios. Yo decido. Yo controlo.”

Mira alrededor: políticos que se sienten intocables, gurús que se creen mesías, jefes que manejan empresas como si fueran su reino eterno.Todos “jugando a ser Dios”.Todos terminando igual: solos, vacíos, destruidos por dentro aunque por fuera sigan sonriendo en Instagram.

¿Y sabes qué es lo más retorcido?Que culturalmente nos confunden.En India te dicen: “Tú eres Dios”. Todo es Uno, todo es Divino, y tú eres parte de esa totalidad. Inspirador, sí… pero peligroso si lo tragas sin filtro, porque tu ego se lo cree literal.En Occidente, en cambio, te enseñan que Dios es el CEO del universo y tú su pasante mal pagado. Resultado: te sientes miserable, sin poder ni propósito.

El judaísmo propone otra cosa:No eres Dios.Eres chispa de Dios.Eres hijo, no Fuente.Llevas Su ADN en lo más alto de tu alma… pero sigues siendo humano en lo más bajo de tu carne.

El problema es cuando confundes la chispa con el fuego. La chispa nace del fuego, pero no es el fuego.Y si se cree fuego, se apaga.

El Talmud lo dice a su manera:“Un juez que juzga con verdad se vuelve socio de Dios en la creación.” (Sanedrín 7a)¿Notas la diferencia?No dice que eres Dios.Dice que cuando juzgas con integridad, colaboras con Él.Eres socio, no dueño.Hijo, no patrón.

El ego juega a ser Dios y termina en cenizas.El alma vive como hijo y se convierte en llama.


La tensión como camino espiritual

Shoftim no te pide que seas puro amor ni puro juicio.Te pide que vivas en la cuerda floja entre ambos.Eso, en la Cábala, se llama Tiferet: la belleza que surge cuando Jesed (amor) y Guevurá (juicio) no se anulan, sino que se abrazan.

El problema es que odiamos la tensión. Queremos soluciones rápidas:—“Solo amor, así nadie sufre.”—“Solo juicio, así todo funciona.”Ambas son trampas.

Míralo en lo cotidiano:

  • Con los hijos: Si solo das amor, los malcrías. Si solo das juicio, los quiebras. Lo que necesitan no es un Dios que los adore ni un juez que los castigue… necesitan un padre que sepa cuándo abrazar y cuándo corregir.

  • En pareja: Si todo es amor, te vuelves tapete. Si todo es juicio, te vuelves verdugo. El amor sin límites se convierte en codependencia; el juicio sin ternura en abuso.

  • En el trabajo: Si solo eres “amoroso”, todos te pasan por encima. Si solo eres “juez”, generas miedo y resentimiento. El verdadero liderazgo vive en esa incomodidad: exigir resultados pero también cuidar personas.

La justicia no está en elegir un lado.Está en sostener el filo entre los dos polos sin romperte.

¿Quieres probarlo en carne propia?Haz este ejercicio:

  1. Piensa en la última vez que explotaste con alguien.

  2. Pregúntate: “¿Qué parte de esto necesitaba amor y no se lo di?”

  3. Ahora piensa en la última vez que te callaste para no incomodar.

  4. Pregúntate: “¿Qué parte de esto necesitaba juicio y no me atreví a ponerlo?”

Ahí está tu verdad.El lugar donde huyes del juicio por miedo o del amor por vergüenza.

El Zohar lo dice simple: el mundo no se sostiene en un solo pilar.Necesita Jesed y necesita Guevurá. Si eliges uno, el edificio se cae.


El regreso al filo


Shoftim no es un tratado legal.Es un espejo.

Ya lo viste:

  • Los padres que confunden amor con juicio destruyen lo que más aman.

  • Los adictos que confunden placer con paz terminan vacíos.

  • Los egos que juegan a ser Dios acaban en cenizas.

La justicia no vive en los extremos.Vive en la tensión.El amor sin juicio pudre.El juicio sin amor destruye.Pero cuando los sostienes juntos… aparece la belleza, aparece la vida, aparece Dios.

Y aquí quiero que lo recuerdes:No juegues a ser Dios.Juega a ser hijo.

Eres chispa.Y la chispa no está llamada a iluminar todo el universo.Está llamada a encender tu zona de influencia: tu casa, tu pareja, tus hijos, tus amigos, tu trabajo.Ahí, justo ahí, es donde el fuego de Él se refleja en ti.

No necesitas ser un sol para todos.Necesitas ser llama para los tuyos.Y esa llama —cuando es íntegra, cuando es pasión y no adicción, cuando es amor y juicio en equilibrio—se conecta con millones de chispas más…y juntas forman el fuego eterno.

No intentes ser sol.

Basta con que seas chispa.

Porque la chispa no pretende iluminarlo todo…

pero sí puede encender el rincón que le toca.

Y ese incendio es lo que el mundo está esperando.

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