Shemot- El Exodo Decodificado I.
- Jack Levy
- 5 ene 2024
- 8 Min. de lectura
Actualizado: 8 abr
Explorando Antiguos Caminos, Despertando Nuevas Verdades: Un Viaje del Éxodo a la Libertad del Alma.
Una nueva visión.
Esta semana comenzaremos con el libro de Shemot o Éxodo, a primera vista, la historia del Éxodo podría parecer la pesadilla logística de un antiguo viaje grupal, pero en realidad, es mucho más que un simple relato de desiertos y plagas. En el cruce de caminos entre la historia y la metáfora, el Éxodo se erige como un espejo multifacético que refleja la complejidad de la psique humana. Más allá de ser un recuento de la fuga de una aglomeración descontenta de israelitas, se trata de una exploración profunda de la transformación, tanto colectiva como individual.

En nuestro ensayo, nos proponemos desempacar este relato milenario y descubrir cómo una relación inicialmente beneficiosa entre Yosef y Egipto, que evolucionó hacia la opresión de sus descendientes, se asemeja a esos viejos zapatos que nos encantan pero que nos hacen tropezar: cómodos y familiares, pero al final, un límite para nuestro andar. Vamos a adentrarnos en cómo este patrón, tan humano como las ganas de quejarse por el clima, se manifiesta no solo en nuestras relaciones interpersonales sino también en el trato con nuestras propias estructuras internas de poder, creencias y emociones.
Sí, es hora de hablar de esos 'Egiptos' psicológicos que, a pesar de ser construidos con buenas intenciones, terminan siendo el escenario de nuestras propias versiones personales de la historia del Éxodo.
Parte 1: La Paradoja de la Relación Beneficiosa que se Transforma
La historia empieza con Yosef, cuyo CV incluía interpretación de sueños y administración de graneros, y que encontró en Egipto un lugar donde prosperar. Pero como en toda buena trama, lo que sube, debe bajar —y el ascenso de Yosef se transformó en la caída de sus descendientes en la esclavitud. Este giro del destino refleja nuestras propias vidas: las soluciones de ayer pueden convertirse en los problemas de mañana. Es como esa suscripción gratuita que te inscribes y olvidas cancelar; inicialmente te beneficia, pero con el tiempo, empieza a cobrar.

El Faraón de turno, quien podría haber ganado el premio al 'Antagonista del Año', simboliza ese lado oscuro de la naturaleza humana: el ego que se resiste al cambio. Es una representación de cómo nos aferramos a estructuras y relaciones que, si bien en su momento nos proporcionaron seguridad, con el tiempo se convierten en nuestras cadenas. En el escenario psicológico, esto se muestra en los patrones de pensamiento que nos protegieron una vez pero que eventualmente se transforman en obstáculos para nuestro crecimiento.
Parte 2: El Simbolismo de la Esclavitud en Egipto
Entre el ascenso de Yosef y la salvacion de su pueblo, hay un capítulo oscuro y difícil: la esclavitud en Egipto. Esta etapa no es simplemente una cuestión de cadenas físicas y trabajos forzados; es el símbolo de la opresión psicológica y espiritual que todos enfrentamos en algún punto. Es la representación de cómo nuestras libertades pueden ser usurpadas no solo por fuerzas externas, sino también por las internas, como nuestras propias creencias limitantes y miedos arraigados que nos atan con la fuerza de los ladrillos de barro y paja.

La esclavitud en Egipto es también una representación del estancamiento. Es lo que sucede cuando las estructuras de apoyo que originalmente nos ayudaron a prosperar se vuelven rígidas y nos impiden mover hacia adelante. Es como caminar con los zapatos que nos quedan pequeños: una vez nos sirvieron, pero ahora solo nos limitan y causan dolor.
Este simbolismo es vital para entender la travesía de los israelitas —y la nuestra. La esclavitud representa ese momento en nuestras vidas donde nos damos cuenta de que estamos atrapados. Podríamos estar atados por la rutina, por relaciones que nos drenan o por trabajos que suprimen nuestra pasión y creatividad. Es aquí donde comienza la verdadera lucha por la libertad: el reconocimiento de nuestras cadenas es el primer paso para romperlas.
Parte 3: El Camino Hacia la Liberación Personal y Colectiva
Con el reconocimiento de las cadenas llega la lucha por la libertad, una narrativa que se despliega con la misma certeza con la que el alba sigue a la noche. Los israelitas, en su esfuerzo colectivo por romper los grilletes de la opresión, no solo estaban desafiando un régimen terrenal, sino también las fronteras invisibles de su propia limitación. De manera similar, cada uno de nosotros está llamado a identificar y desafiar las restricciones internas que nos impiden alcanzar nuestro potencial completo.

El éxodo espiritual y psicológico de los israelitas representa el desafío universal de liberarnos de las cadenas, sean estas impuestas por otros o autoimpuestas. El paso del Mar de los juncos se erige como el momento culminante de esta lucha, un umbral entre la esclavitud y la libertad, entre la identidad conocida y el potencial desconocido. Este acto de cruzar las aguas simboliza la decisión valiente de abandonar lo familiar, por doloroso que sea, para abrazar la incertidumbre prometedora de la libertad.
Es una metáfora de los puntos de inflexión en nuestras propias vidas, cuando debemos dejar atrás lo seguro para aventurarnos hacia nuevas posibilidades.
Este tránsito espiritual es un reflejo del movimiento de Yesod a Tiféret, como lo ilustra E. Madirolas en su libro[1]: la transición de una existencia arraigada en lo material a una elevada conciencia de unidad. Nos recuerda que mientras estemos adheridos solamente a la realidad física, permanecemos sujetos a sus limitaciones. Al reconocer y abrazar lo espiritual, nos abrimos a una dimensión de existencia que nos ofrece libertad y apoyo más allá de las limitaciones de la naturaleza.
Parte 4: El Simbolismo de Moisés y el Agua
Moisés, como figura central de esta saga, encarna la transformación y el liderazgo necesario para emprender tal viaje. Su relación con el agua (Exodo 2:10) representa su papel como agente de cambio, adaptación y purificación. Al igual que Moisés, cada individuo tiene la capacidad inherente de adaptarse y superar desafíos, transformando las circunstancias adversas en oportunidades para el crecimiento.
La alegoría de los "escalones de descanso", (inspirada en las enseñanzas de Mario Saban), nos recuerda que nuestras verdades son temporales y adaptativas. Como en la enseñanza gradual de la sexualidad a los niños, ofrecemos y aceptamos verdades en dosis que podemos manejar, preparándonos para verdades más profundas conforme maduramos. Nuestras percepciones actuales, aunque válidas, están destinadas a ser reemplazadas por comprensiones más amplias. De este modo, las verdades que abrazamos y los 'Egiptos' psicológicos en los que nos refugiamos son escalones en nuestra evolución espiritual: lugares de descanso y aprendizaje en nuestro viaje hacia una comprensión más completa.

La travesía de los israelitas nos enseña que a menudo es necesario deshacerse de las ideas y creencias que una vez nos sirvieron para poder abrazar una verdad más grande. Nos desafía a confrontar nuestros propios límites, nuestros 'Yam Suf', y a atravesarlos con la fe de que al hacerlo, encontraremos una nueva forma de ayuda y guía divina[2].
En esta narrativa, Moisés no solo actúa como un líder que guía a su pueblo hacia la libertad, sino también como un símbolo de transformación personal y superación de adversidades. Su viaje desde ser sacado de las aguas hasta liderar a los israelitas es un paralelo a nuestro propio viaje de crecimiento y adaptación. Nos enseña la importancia de la resiliencia y la capacidad de transformar los desafíos en oportunidades.
Pero la historia del Éxodo no solo gira en torno a la acción y el liderazgo; también enfatiza el poder de la observación y la reflexión, personificado en la figura de Miriam. Su papel va más allá del de una mera espectadora en los eventos que rodean a su hermano Moisés. Miriam representa la conciencia que observa, que reflexiona y que entiende, un papel vital en nuestra propia historia de liberación y transformación. Como Miriam, somos observadores conscientes de nuestras experiencias, reflexionando sobre ellas para extraer significados más profundos y aprendizajes esenciales para nuestro crecimiento.

En nuestra vida cotidiana, este papel de observador consciente nos permite identificar y cuestionar nuestras propias 'verdades', así como las estructuras limitantes que hemos construido. Al igual que Miriam, que observó cómo Moisés fue rescatado y luego participó activamente en la travesía de su pueblo, nosotros también debemos ser activos en nuestro proceso de crecimiento y cambio, reconociendo los momentos de salvación y transformación y reflexionando sobre ellos.
Este equilibrio entre acción y reflexión, simbolizado por Moisés y Miriam, nos guía en nuestro propio viaje. Nos impulsa a ser tanto participantes activos en la búsqueda de nuestra libertad personal y colectiva, como observadores atentos de los patrones y cadenas que nos limitan. Así, la historia del Éxodo nos inspira a liberarnos de nuestros propios 'Egiptos' psicológicos y a avanzar hacia una libertad más auténtica y expansiva.
Aplicaciones Contemporáneas y Reflexiones Finales
El viaje de los israelitas, plasmado en los antiguos textos, no se confina a las páginas de la historia, sino que resuena en el corazón de nuestra experiencia humana contemporánea. La travesía del Éxodo, enriquecida por el simbolismo de Moisés y el agua, y la observación consciente de Miriam[3], se convierte en un poderoso espejo de nuestro propio viaje hacia la libertad. Nos invita a reflexionar sobre cómo, al igual que Moisés, podemos 'fluir' y adaptarnos a los desafíos, transformándolos en oportunidades para el crecimiento personal y colectivo.
Al adentrarnos en la historia del Éxodo, vemos que la búsqueda de la libertad no es solo un acto de rebeldía contra una opresión externa, sino también una rebelión contra las restricciones internas que nos impiden vivir en plenitud. Como los israelitas, cada uno de nosotros puede encontrarse atrapado en 'Egiptos' psicológicos, construidos por nuestras creencias limitantes y patrones de pensamiento que alguna vez nos sirvieron, pero que ahora nos restringen.
La aplicación contemporánea de esta narrativa nos impulsa a examinar nuestras propias vidas y a identificar aquello que nos limita. Nos alienta a ser como Miriam, la observadora consciente, y reconocer los momentos de salvación y cambio. La historia nos desafía a considerar cómo nuestras propias 'verdades' pueden haberse convertido en cadenas que requieren ser rotas para que podamos avanzar hacia una libertad más auténtica y expansiva.
Hacia Nuestra Propia 'Tierra Prometida'
El Éxodo nos motiva a liberarnos de nuestras propias estructuras limitantes y a emprender el camino hacia nuestra 'Tierra Prometida'. Este lugar ideal no es un destino lejano, sino un estado de ser que construimos día a día con fe, esperanza y la valentía de cuestionar y trascender nuestras verdades actuales.

La historia nos anima a plantar las semillas de nuestro crecimiento, a nutrir nuestras aspiraciones y a forjar un legado que beneficie a las generaciones futuras. La 'Tierra Prometida', entonces, se convierte en un símbolo de la vida que deseamos crear, un espacio de crecimiento y libertad que, aunque no veamos en su totalidad en nuestra vida, dejamos como herencia a quienes vienen detrás de nosotros.
En última instancia, la historia del Éxodo nos recuerda que nuestra travesía hacia la autenticidad y la transformación es un viaje continuo. Es un proceso dinámico en el que constantemente evaluamos y redefinimos nuestras 'verdades', dispuestos a dejar atrás los viejos paradigmas para abrazar una comprensión más amplia de la realidad y nuestra conexión con lo divino. En esta tarea, la fe y la esperanza son faros de luz que iluminan nuestro camino, guiándonos hacia un futuro en el que las generaciones venideras puedan disfrutar de los frutos de nuestro trabajo y vivir en la plenitud de su potencial humano y espiritual.
Bibliografía
[1](El Camino del Árbol de la Vida, volumen II: «Un curso de (El Camino del Árbol de la Vida, volumen II: «Un curso de introducción a la Cábala mística», de Eduardo Madirolas, páginas 156 - 158. Equipo Difusor del Libro, Madrid, mayo de 2005).
[2] Madirolas ofrece una interpretación singular de 'Yam Suf', vinculándolo etimológicamente con la palabra hebrea 'sof', que significa 'límite' o 'final'. Según Madirolas, el 'Yam Suf' es mucho más que el Mar Rojo histórico; es un símbolo de los límites extremos de la experiencia y percepción humana. Este enfoque místico sugiere que el cruce del 'Yam Suf' no es solo un evento físico de liberación, sino también un profundo acto espiritual de trascender los límites de nuestro entendimiento y experiencia mundana.
En la tradición kabbalística, este trascender de 'Yam Suf' simboliza un momento decisivo en el viaje espiritual del alma, donde se confrontan y superan barreras internas y externas. Madirolas propone que este acto de cruzar el 'Yam Suf' representa un punto de inflexión en nuestra evolución espiritual, un despertar a una realidad más amplia y profunda, en la que se desdibujan los límites entre lo divino y lo humano. Así, el 'Yam Suf' se convierte en una metáfora poderosa para el proceso de crecimiento espiritual y personal, invitándonos a explorar y expandir los confines de nuestra propia existencia.
[3] Exodo 2:4
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