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Ekev -Entre mas corriente mas ambiente

INTRODUCCIÓN — El crucero: la vida perfecta que te esteriliza el alma

Estuve en un crucero.Una ciudad flotante diseñada para que no pienses, no sufras y no te falte nada.Y lo lograron.

Comida cada tres horas. Te hacen la cama. Shows, médicos, seguridad, tratamiento de aguas negras, plantas eléctricas, desalinización… hasta cárcel interna por si alguien se pone creativo.

El capitalismo en su versión más refinada: adormecerte con estilo.

Sí, me sentí afortunado.Sí, lo agradecí.Pero también… me aburrí.

Todo tan resuelto que dejó de sentirse vivo.La aventura murió por sobredosis de eficiencia.El alma se durmió entre waffles con maple y protocolos de evacuación.

La vida sin carencia se vuelve paisaje.Y el paisaje sin alma… es cartón.

Me cayó el veinte en la alberca.Ese caldo de humanidad que nadie quiere pensar demasiado: uñas flotando, cloro disfrazando fluidos, niños con pipí silenciosa.

Y ahí estaban todos… felices.Porque a veces —para disfrutar— hay que cerrar un ojo… y mentirle al otro.

Así también es la vida real:Si la quieres estéril, límpiala hasta quedarte solo.Si la quieres viva, acéptale el olor, el caos, lo incómodo, el roce.

Porque no hay amor sin riesgo.No hay conexión sin vulnerabilidad.No hay sentido sin una parte tuya dispuesta a ensuciarse para tocar lo humano.

Entre más corriente… más ambiente.Entre más perfecto… más muerto.

EKEV — El talón y lo que sostiene todo tu peso

En Ekev, Moshé le dice al pueblo que las bendiciones llegarán “ekev” —como consecuencia de escuchar y seguir las mitzvot—.Pero ekev también significa talón.

El talón no luce.No lo presumes.No sale en las selfies.Pero sin él… no caminas.

El desierto había sido, para Israel, el crucero más largo de la historia:

  • Maná diario.

  • Agua de la roca.

  • Nube de gloria.

  • Ropa que no se gastaba.

Todo provisto. Nadie necesitaba preguntarse de dónde venía el sustento.

Y ahí estaba la trampa: cuando no falta nada, dejas de mirar hacia arriba… y empiezas a mirar solo tus manos. El verdadero desierto no empieza cuando te falta agua. Empieza cuando te sobra todo… y ya no recuerdas quién te la dio.

Moshé les advierte:

“Cuando comas y te sacies… no digas: ‘Mi fuerza y el poder de mi mano hicieron esta riqueza.’” (Devarim 8:10-17)

Traducción libre:Cuando la vida te ponga en modo crucero, no creas que ya no necesitas a nadie.Porque ahí es cuando el alma empieza a pudrirse de soberbia.

Y ojo: Ekev no es romanticismo de pobre.No es decir que “ser humilde” es vivir con lo mínimo.Es entender que la riqueza y la pobreza son dos caras de la misma trampa:

  • En la pobreza dependes del otro, pero te ahoga la carencia.

  • En la riqueza eres independiente, pero te mata la desconexión.

En ambas, si no hay gratitud, estás jodido.

Porque todos somos ricos en algo y pobres en otra cosa:Te sobra dinero pero te falta paz.Te sobra tiempo pero te falta motivación.Te sobra fe pero te falta acción.

El problema no es lo que falta o sobra… sino que no ves lo que te sostiene.


A. La trampa del confort

El crucero es el manual moderno de cómo vivir sin sentir:todo servido, todo calculado, todo predecible.La cama hecha, la comida caliente, la ruta programada.

Y tú… contento porque no tuviste que decidir nada.Excepto si desayunar waffles o huevos.

El problema no es el confort.El problema es que, cuando no te falta nada, dejas de moverte por algo más grande que tu panza.

Rabbi Sacks lo decía: La idolatría del yo satisfecho.La versión espiritual del sofá cama: cómodo, pero no vas a ningún lado.

La Tierra Prometida no se conquista desde la cama… ni desde el buffet.

B. La piscina de la vida

La alberca pública es un espejo brutal de lo que es vivir con otros.Está caliente, divertida… pero tiene mocos.Y si buscas que esté impecable, tendrás que hacerla privada… y nadar solo.

¿Quieres pureza total? Bien.Prepárate para estar solo, aburrido y sin historias que contar.¿Quieres vida real? Vas a tener que aceptar que hay pis, sudor y errores humanos flotando en el agua.

Las relaciones son así.El trabajo en equipo es así.Incluso tu familia es así: no todo huele a rosas, pero eso no significa que no sea vida.

C. Los Kellogg y el café: ¿Quién escribió tus hábitos?

Aquí es donde se pone incómodo.No solo nadas en agua con mocos…nadas en costumbres que no elegiste.

En los años 20, los cereales eran comida para enfermos mentales.Kellogg pagó médicos, periodistas y “expertos” para que te convencieran de que eran el desayuno ideal.Sunkist hizo lo mismo con el jugo de naranja: un descarte industrial convertido en “vitamina C indispensable”.Y el café… una historia vendida como “necesidad para funcionar” cuando antes era un lujo ocasional.

Y tú ahí, feliz, convencido de que todo eso es tu elección.No es paranoia. Es lucidez.

D. La espiritualidad inconsciente también es idolatría

Lo mismo pasa con la fe.Rezas de cierta forma, celebras ciertas fiestas, repites ciertas frases…pero ¿lo haces porque lo sientes o porque te lo grabaron desde que tenías dientes de leche?

Rambám lo define claro: la idolatría no empieza adorando estatuas, sino adorando ideas sin cuestionarlas.Baal HaSulam lo remata: La verdadera fe solo nace del deseo real, no del condicionamiento social.

Si el talón es lo que te sostiene, pero caminas sin mirar dónde pisas…puedes estar sustentando tu vida en pura mentira.

CIERRE — El talón que te sostiene o te hunde

Ekev en hebreo significa dos cosas:

  1. Consecuencia —lo que pasa por lo que haces o dejas de hacer.

  2. Talón —la parte más baja de ti, la que pisa el polvo y sostiene todo tu peso.

Moshé se lo dijo al pueblo antes de entrar a la Tierra Prometida: “Si escuchan y siguen, habrá bendición como ekev, como consecuencia”.Pero también les estaba diciendo: miren lo que los sostiene, porque ahí, en lo que no se ve, se decide si siguen caminando o se caen.

Ese Ekev puede ser tu trabajo, tu disciplina, tu fe, tu gente, tu salud mental.No lo ves. No lo presumes.Pero si lo pierdes, todo se viene abajo.Si lo ignoras, el ego o la queja te pudren.

Y la verdad es esta:No importa si eres rico o pobre, cómodo o carente… la vida siempre te va a faltar en algo.Y bendito sea, porque lo que te falta te enseña a recibir, y lo que te sobra te obliga a dar.

Ekev no es castigo.Es consecuencia.Si comes sin agradecer, te vacías.Si rezas sin entender, te aburres.Si repites sin conciencia, te pierdes.

Pero si caminas con gratitud —aunque sea sobre agua sucia— hasta los mocos del alma se vuelven sagrados.Porque ahí está Dios: en tu parte más baja, en lo que no brilla, en lo que sostiene tu peso cuando nadie te ve.

Así que deja de esperar a que la vida sea “perfecta” para agradecer.Agradece desde donde estás, con lo que tienes y con lo que te falta.

Porque al final, la vida es como esa alberca del crucero:Puedes obsesionarte con la limpieza hasta quedarte nadando solo,o puedes aceptar que el agua está tibia, tiene ruido, mocos y risas…y agradecer que sigues dentro, vivo, rodeado de gente real.

Frase final:

No agradezcas solo por lo que brilla.Agradece también por lo que falta… porque ahí es donde Dios sigue trabajando.

 
 
 

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